El único sacrificio
Los otros sacerdotes fueron numerosos, pues siendo mortales no podían
permanecer; Jesús, en cambio permanece para siempre y ningún otro lo reemplaza.
Hb. 7,23.
La presencia del sacerdote es para ofrecer el
sacrificio sensible a Dios reconociendo su altísima majestad y los deberes de
la criatura. Los sacrificios en la ley mosaica eran muchos con distintas
finalidades y al venir el Mesías los suprimió quedando solo Jesús Mesías como
ofrenda al Dios vivo.
El concilio de Trento iluminado esta verdad dijo: “si
alguien dijese que en la misa no se ofrece un verdadero y propio sacrificio… y
que las palabras: haced esto en memoria mía que pronunció Cristo no fueron para
hacer a los apostales sacerdotes o que no ordeno que ellos u otros ofreciesen
su cuerpo y su sangre, sea anatema”.
Esta doctrina nos indica que la misa es sacrificio
verdadero y que el sacerdote elegido por Dios es
el responsable de dicha misión, pues en la economía de
la salvación Jesús es el nuevo sacrificio, siendo como dice la liturgia, a su
vez víctima, sacerdote y altar.
El objetivo del
sacrificio es para acercarse a la Divinidad, cumpliendo las siguientes
instancias: alabar a Dios, darle gracias pedirle perdón de los pecados y su
protección en todo el quehacer diario.
La Eucaristía es el nuevo y único sacrificio. Pues el
canon 897 claramente enseña: es el
sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo
Cristo, Señor nuestro. Los demás sacramentos y sus actividades apostólicas
tienden a este centro. Por esto, San Paulino decía: la carne del Señor con la
que me sustento es la misma que estuvo clavada en la cruz.
Llevado de estos principios, para desarrollar mi vida
cristiana debo seguir el método dejado por Jesús, evitando la vanidad de crear
métodos de sacrificios que no son los de Jesús sino de los hombres.
Que la devoción a Jesús del Gran Poder me ilumine, me
despierte y que el culto que hago participando en la Eucaristía sea para crecer
en mi vida de bautizado. Que me sienta feliz porque no debo llevar muchas ofrendas,
sino una sola, la de mi Jesús presente en la misa, en la Eucaristía.
El responsable de dicha misión, pues en la economía de
la salvación Jesús es el nuevo sacrificio, siendo como dice la liturgia, a su
vez víctima, sacerdote y altar.
El objetivo del
sacrificio es para acercarse a la Divinidad, cumpliendo las siguientes
instancias: alabar a Dios, darle gracias pedirle perdón de los pecados y su
protección en todo el quehacer diario.
La Eucaristía es el nuevo y único sacrificio. Pues el
canon 897 claramente enseña: es el
sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo
Cristo, Señor nuestro. Los demás sacramentos y sus actividades apostólicas
tienden a este centro. Por esto, San Paulino decía: la carne del Señor con la
que me sustento es la misma que estuvo clavada en la cruz.
Llevado de estos principios, para desarrollar mi vida
cristiana debo seguir el método dejado por Jesús, evitando la vanidad de crear
métodos de sacrificios que no son los de Jesús sino de los hombres.
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