Muerte y resurrección de Jesús en los Sacramentos.
Sabemos nosotros que el hombre viejo ha sido crucificado con El, para que
muriese el cuerpo del pecado, para que ya no fuésemos esclavos del pecado. Rm
6,6
Jesús murió por nuestros pecados, dejando en la cruz
clavado el edicto de condena. Una sola vez murió y resucito y no muere más,
regalándonos el beneficio de su muerte y resurrección por medio de la gracia,
que se comunica especialmente por los sacramentos que dejo instituidos.
Expresamente San Pablo dice: los que hemos sido
bautizados participamos de su muerte, muriendo al pecado y resucitando a la
vida de la gracia. El bautismo tiene esta doble memoria: muerte y vida. Y lo
mismo la Confesión, Unción de enfermos tienen también esta doble enseñanza;
muerte al pecado y recuperación de la gracia.
La Confirmación y la Eucaristía significan la
abundancia de la gracia que me dejo Jesús resucitado entregándome su Cuerpo y
Sangre y su Espíritu en la Confirmación.
El Orden sacerdotal y Matrimonio, sacramentos sociales
tienen un sentido de fuerza, luz, carisma de gracia: el Orden sacerdotal es la
mano abierta de Jesús dejando en la jerarquía una gran misión de ser maestros,
liturgos y pastores de su pueblo, y el matrimonio es para dar fuerza especial
al hombre y a la mujer para que en nombre de Dios, cumplan la misión de criar,
formar a los nuevos hijos de Dios para adelanto de la sociedad y del reino de
Dios.
Siguiendo esta línea de reflexión sobre los
sacramentos el dominio del pecado, de la muerte ha disminuido. Por ello es
importantísimo que en la novena de Jesús del Gran Poder que me recuerda el
hecho de dejar clavado en la cruz el decreto de mi muerte, reviva la fuerza
vital de los sacramentos, la fuente de la nueva vida, el nuevo modo de cambiar
personalmente yo y la sociedad.
Oh Jesús, haz que comprenda este camino y que mi
devoción no sea superficial. Escucha, Señor, mi oración. El enemigo persigue mi
alma, pisotea contra el suelo mi vida, me obliga a vivir en tinieblas. Mi
espíritu esta abatido, mi corazón esta turbado. No me ocultes tu rostro. Ven en
mi socorro.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario