miércoles, 23 de noviembre de 2016

Octavo Dia



Misión jerárquica de la Iglesia Católica.

Si alguien dijese que en la Iglesia católica no existe la jerarquía, por divino mandado instituida, que consta de obispos, presbíteros y diáconos, sea anatema, Concilio Tridentino.

La divina Providencia ha ordenado que la Iglesia jerárquica fundada por Jesucristo y dirigida por el Espíritu Santo exista y sea la maestra de la verdad, la santificadora y la responsable de llevarnos por el buen camino hacia Dios.
 La iglesia católica en todo tiempo ha cumplido perfectísimamente su misión:

  • Con el carisma de la verdad. Ha mantenido la fe, las buenas costumbres. Es el sol para guiar la razón y la inteligencia del hombre, le ha librado de los errores, de lo nocivo al cuerpo y al alma, no ha permitido calificar erradamente, llamando al bien mal y a las tinieblas luz.

  • Con su misión sacerdotal. Le ha lavado al hombre del pecado de una y otra vez, preparándole para que ingrese limpio a la eternidad. Dios lo hizo a su imagen de santidad y quiere que esta presencia divina la conserve intacta con los signos de los sacramentos. Los sacramentos son auténticas fuentes de purificación, oasis, descanso para el hombre.
  • Con su misión de pastor. La iglesia ha recibido además, el poder de guiar a los hombres a la eternidad. La historia de dicho pastoreo es riquísima. Solo miremos el panorama de los 25 años del Papa Juan Pablo II, todo el mundo está admirado de su liderazgo, incluidos los no creyentes. Pues su gobierno en favor de la humanidad es tan beneficioso como la iluminación de los rayos del sol. Su inteligencia limpia, clara la vemos en los documentos dados al mundo. Su presencia profética es fuerza, necesidad, deseando hasta los gobiernos  dictatoriales que llegue a sus pueblos. Con paso y mano firme va llevando a toda la humanidad por el camino del bien. Y es de ver los esfuerzos que hace desde la cruz de la enfermedad en estos últimos años por cumplir su servicio profético, sacerdotal y real.


Que esta novena de Jesús del Gran Poder me haga reflexionar sobre la grandeza e importancia de la sociedad a la que pertenezco oficialmente desde el día del bautismo. Todo lo estudio y soy profesional, pero poco conozco de mi Iglesia, sobre todo de las relaciones que mutuamente debemos mantener.

Que comprenda que Jesús del Gran Poder es Cabeza de mi Iglesia a la cual sin merecerlo pertenezco y a la cual hasta la he despreciado. Oh Jesús, ten misericordia.

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